AGUAS DIVINAS 

Una parte importante de mi vida y de las Aguas Divinas transcurre en Brasil. La mata atlántica, la vegetación de la costa brasilera, es el alimento generador de nuestra identidad. Sus sonidos, aromas, su verde húmedo espectacular,

la alegría creativa, la vivacidad y la vida natural. Lleno de colores y luces.


Aguas Divinas nace en el vivo espíritu del estado de la Bahía, en Brasil, cerquita de donde el mar moja los pies. Allí parten los primeras cremas naturales elaboradas con las plantas que la curandera Dona Mariah nos enseñó a usar.
Construidas a partir de matas silvestres y árboles de los caminos. La lluvia abundaba y todo crecía pareciendo inevitable y espontáneamente.

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La primera crema con manteca de karité y aceites esenciales me la enseñó una elegante mujer vietnamita que conocí durante mis diez años de vida en Roma. Esta ciudad y su gente hacen parte de Aguas Divinas en su memoria, en su cultura

adquirida. Se refinan y nacen los perfumes.

Las Aguas, sus cremas y perfumes llegan junto conmigo hace diez años al desierto cactáceo de la Baja California Sur y aquí estamos todavía. Nutriéndonos del silencio del desierto y aprendiendo de la savia que tan íntimamente guardan
las ramas de los árboles. La lluvia no abunda y la introspección y sus atardeceres de fuego marcan a los perfumes con acento indeleble. Ahora ellas y yo somos indisolublemente habitantes del planeta. Silvestres. Naturales